La Gran Pirámide KEOPS y el cielo
De las medidas de la Gran Pirámide se pueden deducir desconcertantes
relaciones con los principales astros del Antiguo Egipto: La Luna, el Sol y
Sirio.
La Luna se hallaba asociada a Thoth, el dios de la sabiduría, de las
matemáticas, de la arquitectura y de todas las actividades intelectuales.
El Sol representaba a Ra, el dios que infundía la vida con sus rayos
fecundantes, y el dios del que se reclamaron hijos los faraones desde la IV
Dinastía a partir de Dyedefra, el hijo y sucesor de Keops.
Y a Sirio se la consideraba la proyección celeste de la diosa Isis, esposa
y viuda de Osiris, y madre de Horus, y una de sus divinidades principales que
simbolizaba la tierra del Antiguo Egipto. No obstante, modernas investigaciones
sugieren la asociación de la constelación del Can Mayor con Isis, y de la
estrella Sirio con Horus.
La Luna
El número 432 que tantas veces se repite en la Gran Pirámide, y que se
halla asociado al sistema sexagesimal al ser igual a 6 x 6 x 6 x 2, era un
número de la Luna. Esta correspondencia con la Luna la observamos en las
lunaciones. Una lunación es el tiempo que va de una luna nueva a otra luna
nueva, o de una luna llena a otra luna llena.
Pues bien, 432.000 lunaciones son exactamente 12.757.214 días, lo que
permite el cálculo exacto de una lunación media: 29 días, 12 horas, 44 minutos
y 2,8 segundos. Esta igualdad permite establecer una teoría sobre el
desconocido origen del sistema sexagesimal asociándolo al sistema decimal, ya
que 432.000 es igual a 6 x 6 x 6 x 2 x 10 x 10 x 10.
El ciclo de la Luna se acerca a los 30 días, un número que es el producto
de 5 por 6. El 5 era considerado por los pitagóricos como la puerta del
infinito ya que el 10, su doble, permitía acceder a los números enormes, las
potencias de 10. Y el 6, al multiplicarlo por 5, permitía obtener el 30, el
tiempo de la Luna.
Al dividir simbólicamente el día en 12 horas de luz y 12 horas de
oscuridad, se conseguía que el tiempo de luz y el tiempo de oscuridad de un mes
fuera igual a 360 horas. Y el 360 que es el número aplicado a los grados de una
circunferencia, deviene un símbolo doble de la Luna y de su ciclo.
Además, el calendario solar que era el oficial del Antiguo Egipto, se
subdividía en 12 meses de 30 días cada uno, de donde resultan un total de 360
días, a los que se añadían 5 días dedicados al nacimiento de los dioses, para
completar los 365 días del año.
Por tanto, en el Antiguo Egipto el 360, el número que puedes obtener
multiplicando 6 x 6 x 10, definía, simultáneamente, los 360 días de los 12
meses del año solar, las 360 horas de luz y las 360 horas de oscuridad del mes
lunar, y los 360 grados de la circunferencia de la Tierra.
¿Quién da más que el número 360?
Con esta combinación, el espacio y el tiempo se asociaban mediante los
números que eran las bases del sistema sexagesimal (el 6) y del sistema decimal
(el 10), tal como sucedía en las relaciones espacio-temporales que asociaban la
Gran Pirámide con el tiempo y la Tierra a través del número 43.200.
El 360, esa singular cifra multiusos, también nos permite interrelacionar
el sistema métrico decimal con el sistema métrico egipcio que se hallaba
asociado a la base 20, ya que 20.000 codos reales formaban 1 iteru. De esta
interrelación resulta que 360 iterus eran 3.770 km con una aproximación del
99,9992%. Y recordemos que el 377 es el número 14 de la Serie de Fibonacci.
Por otra parte, la palabra iteru más bien parece una palabra griega que
una palabra egipcia, ya que ἴτης significaba que
va hacia adelante, y ir hacia adelante es, justamente, lo que se hace para
medir una longitud.
Además, el iteru era una unidad de medida extrañamente grande, ya que 1
iteru era igual a 10,472 km.
¿Para que querrían, los antiguos egipcios, una unidad de medida de casi
10,5 km, en el estrecho valle del Nilo, si nosotros con el kilómetro medimos la
distancia al Sol?
El Sol
Se sabe que la altura total de la Gran Pirámide era la 1.000 millonésima
parte de la distancia al Sol en el perihelio. Ver Características conocidas.
No obstante, hay una segunda relación con el Sol: la esfera de coronación
de la Gran Pirámide, de 2,7183 cr (1,4233 m) de diámetro, se halla
proporcionada con el Sol a escala 1/978 millones [1].
Y esta proporción, sorprendentemente, adquiere todo su sentido a través de
una segunda proporción entre la esfera de coronación de la Gran Pirámide y
Sirio.
Sirio
Sirio es la estrella más importante de la constelación del Can Mayor, y la
estrella más brillante del firmamento nocturno.
Sirio se halla a 8,601 ± 0,036 años-luz (al) de la Tierra y es un
sistema binario compuesto por dos estrellas, Sirio A y Sirio B, que giran la
una sobre la otra con un periodo orbital de 50 años y 33,3 días. El diámetro de
Sirio A, la mayor de las dos, es equivalente a 1,8 veces el diámetro del Sol,
mientras que Sirio B es una estrella enana blanca hiperdensa de tamaño mucho
más reducido, ya que es similar a la Tierra.
Su localización es bastante fácil, ya que entre mediados de verano y
principios de primavera es visible en el cielo. Para encontrarla sólo es
preciso prolongar la línea que une las tres estrellas centrales del Cinturón de
Orión en dirección al horizonte, hasta encontrar la intensa luz blanca y
azulada de Sirio.
Sirio, a la izquierda, y el Cinturón
de Orión que facilita su localización, a la derecha.
En el Imperio Antiguo, el retorno de Sirio antes del alba (un fenómeno
conocido como salida helíaca) después de 70 días de invisibilidad coincidía con
el solsticio de verano y anunciaba la crecida anual del Nilo. Los sacerdotes-astrónomos
del Antiguo Egipto utilizaron esta excepcional triple concordancia para situar
el inicio de su calendario solar en tan señalada fecha.
Sección de la Gran Pirámide en dirección N – S, donde se observan a la
izquierda los dos canales estelares del sur.
Un astro – Sirio - se alinea con un canal estelar cuando su altura sobre
el horizonte coincide con la inclinación del canal. Así, un canal estelar
de 45º de inclinación orientado en dirección norte – sur se alineará con un
astro situado a 45º sobre el meridiano, es decir, sobre el eje norte – sur, que
es donde los astros alcanzan su mayor altura.
Dos alineaciones astronómicas con los dos canales estelares del sur de la
Gran Pirámide se produjeron separadas por un número de días asociado al número
888. Y las fechas obtenidas coinciden con una de las dos cronologías
establecidas para el reinado de Keops.
Si a los días comprendidos entre las dos alineaciones astronómicas les
añadimos los dos días ceremoniales del tensado de la cuerda —el equivalente en
el Antiguo Egipto a nuestra ceremonia de colocación de la primera piedra— y de
la inauguración de la Gran Pirámide, vuelve a repetirse doblemente la
asociación con el número 888.
Esta insistencia en el 888, junto con la coincidencia entre las fechas
obtenidas y el reinado de Keops, nos dan una información excepcional: los
sacedotes-arquitectos de la Gran Pirámide utilizaron las alineaciones de sus
canales estelares para establecer las fechas de la construcción del monumento.
Y las certificaron asociándolas al número 888.
Adentrémonos, ahora, en las tres principales coincidencias que relacionan
la Gran Pirámide con la estrella Sirio:
1. La esfera de coronación, de 2,7183 cr (1,4233 m) de diámetro.
Estaba proporcionada con Sirio a escala 1/1.760 millones [2]. Y da la
casualidad que el perímetro de la base de la Gran Pirámide medía exactamente
1.760 cr.
Si asociamos las escalas de la esfera con el Sol (1/978 millones) y con
Sirio (1/1.760 millones), veremos que la suma de los números millonarios de las
escalas es 978 + 1.760 = 2.738. Y son, justamente, 2.738 los años que
corresponden a poco más de un millón de días [3].
Estas asociaciones de medidas matemáticas con dimensiones y números
astronómicos disminuyen la probabilidad de que se trate de relaciones casuales,
a la vez que confirman tanto la medida de su diámetro, como la extraordinaria
importancia que tenía la esfera de coronación de la Gran Pirámide.
2. La superficie de 100.000 veces Π cr2, es decir, de 314.159 cr2.
Sirio se halla a 8,601 ± 0,036 años-luz. Y como 1 año-luz es la distancia
recorrida por la luz en 1 año, la luz de Sirio tardará en llegar a la Tierra
8,601 ± 0,036 años, que corresponde a un tiempo equivalente a 3.141,6 días, es
decir, de 1.000 veces Π días [4].
3. La Gran Pirámide al tener las apotemas ligeramente hundidas en el
centro de los 4 lados de su base, los parte en dos, por lo que en realidad se halla
compuesta por 8 semilados de 220 cr de longitud.
Y la luz de Sirio tarda, justamente, 8 años y 220 días en llegar a la
Tierra.
Todas estas coincidencias entre la Gran Pirámide y Sirio nos obligan a
plantearnos un inquietante enigma…
¿Los antiguos egipcios llegaron a conocer la distancia a Sirio y sus
dimensiones?
La llave de la vida egipcia
Es un símbolo egipcio
que se conoce como la llave de la vida o cruz asada. Corresponde también a un
jeroglífico egipcio que significa vida o vida eterna. En el antiguo imperio
sólo el faraón era digno de llevarla, pero ya en el imperio nuevo era un signo
que podían usar todos los egipcios.
De esa época, se han
encontrado momias que contenían en su envoltorio la llave de la vida. Ésta
significa, en una forma general, la búsqueda de la inmortalidad. Algunos
atribuyen la forma de la parte inferior de la cruz a las características
masculinas, asociadas al dios Osiris, y la parte superior (el asa) al útero o
el pubis de la mujer, asociado a la diosa Isis.
Entre otras teorías, se
dice que representa el aire y el agua, como elementos importantes para dar la
vida. Aparece en las manos de los dioses como un símbolo de vida eterna y como
llave de los misterios de la naturaleza. Esta llave se ofrecía a los labios del
faraón como símbolo de soplo o aliento de la vida.
El Ojo de Horus
Como la antigua leyenda
reza, el malvado hermano de Osiris, Seth, le arrancó el ojo a su sobrino. Este
símbolo da salud y fuerza, y se usó para el proceso de momificación.
Horus era hijo de Osiris,
el dios que fue asesinado por su propio hermano Seth. Horus mantuvo una serie
de encarnizados combates contra Seth, para vengar a su padre. En el transcurso
de estas luchas los contendientes sufrieron múltiples heridas y algunas
pérdidas vitales, como la mutilación del ojo izquierdo de Horus. Pero, gracias
a la intervención de Thot, el ojo de Horus fue sustituido por el Udyat, para
que el dios pudiera recuperar la vista. Este ojo era especial y estaba dotado
de cualidades mágicas.
El Ojo de Horus, o
Udyat, se utilizó por primera vez como amuleto mágico cuando Horus lo empleó
para devolver la vida a Osiris.
Gozó de gran
popularidad en el Antiguo Egipto, siendo considerado un amuleto de los más
poderosos: potenciaba la vista, protegía y remediaba las enfermedades oculares,
contrarrestaba los efectos del "mal de ojo" y, además, protegía a los
difuntos. Como talismán simboliza la salud, la prosperidad, la
indestructibilidad del cuerpo y la capacidad de renacer.
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